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domingo, 11 de abril de 2010

Touch me (Tókame ) / Autor: The Doors

Touch MeCome on, come on, come on, now touch
me baby
can't you see that I'm not afraid?
what was that promise that she maid?
why won't you tell me what she said?
what was that promise that she maid?

Now I'm gonna love you
till the heavens stop the rain
I'm gonna love you
till the stars fall from the sky for you and I

Come on, come on, come on, now touch
me baby
can't you see that I'm not afraid?
what was that promise that she maid?
why won't you tell me what she said?
what was that promise that she maid?

I'm gonna love you
till the heaven stop the rain
I'm gonna love you
till the stars fall from the sky for you and I
_________________

Letra traducida al kasteyano:

Tocame, vamos, vamos, vamos, ahora tócame nena
no puedes ver que no tengo miedo?
cual fue la promesa que ella te hizo?
por que no puedes decirme lo que ella te dijo?
cual fue la promesa que ella te hizo?


Ahora quiero amarte
hasta que desaparezca el arco iris
quiero amarte
hasta que las estrellas caigan del cielo para ti y para mi

Vamos, vamos, vamos, ahora tócame nena
no puedes ver que no tengo miedo?
cual fue la promesa que ella te hizo?
por que no puedes decirme lo que ella te dijo?
cual fue la promesa que ella te hizo?

Quiero amarte
hasta que desaparezca el arco iris
quiero amarte
hasta que las estrellas caigan del cielo para ti y para mi

Te amaré. / Autor: Silvio Rodriguez

Te amaré, te amaré como al mundo
Te amaré aunque tenga final
Te amaré, te amaré en lo profundo
Te amaré como tengo que amar.

Te amaré, te amaré como pueda
Te amaré aunque no sea la paz
Te amaré, te amaré lo que queda
Te amaré cuando acabe de amar

Te amaré, te amaré si estoy muerto
Te amaré al día siguiente además
Te amaré, Te amaré como siento
Te amaré con adiós, con jamás.

Te amaré, Te amaré junto al viento
Te amaré como único ser
Te amaré hasta el fin de los tiempos
Te amaré y después te amaré.

Sin tu latido. / Autor: Luis Eduardo Aute.

Hay algunos que dicen
que todos los caminos conducen a Roma
y es verdad porque el mío
me lleva cada noche al hueco que te nombra
y le hablo y le suelto
una sonrisa, una blasfemia y dos derrotas;
luego apago tus ojos
y duermo con tu nombre besando mi boca.

Ay, amor mío,
qué terriblemente absurdo
es estar vivo
sin el alma de tu cuerpo,
sin tu latido.

Que el final de esta historia,
enésima autobiografía de un fracaso,
no te sirva de ejemplo,
hay quien afirma que el amor es un milagro
que no hay mal que no cure
pero tampoco bien que le dure cien años;
eso casi lo salva,
lo malo son las noches que mojan mi mano.

Aunque todo ya es nada,
no sé por qué te escondes y huyes de mi encuentro.
Por saber de tu vida
no creo que vulnere ningún mandamiento;
tan terrible es el odio
que ni te atreves a mostrarme tu desprecio,
pero no me hagas caso,
lo que me pasa es que este mundo no lo entiendo.
Hay algunos que dicen
que todos los caminos conducen a Roma
y es verdad porque el mío
me lleva cada noche al hueco que te nombra
y le hablo y le suelto
una sonrisa, una blasfemia y dos derrotas;
luego apago tus ojos
y duermo con tu nombre besando mi boca.

Ay, amor mío,
qué terriblemente absurdo
es estar vivo
sin el alma de tu cuerpo,
sin tu latido.

Que el final de esta historia,
enésima autobiografía de un fracaso,
no te sirva de ejemplo,
hay quien afirma que el amor es un milagro
que no hay mal que no cure
pero tampoco bien que le dure cien años;
eso casi lo salva,
lo malo son las noches que mojan mi mano.

Aunque todo ya es nada,
no sé por qué te escondes y huyes de mi encuentro.
Por saber de tu vida
no creo que vulnere ningún mandamiento;
tan terrible es el odio
que ni te atreves a mostrarme tu desprecio,
pero no me hagas caso,
lo que me pasa es que este mundo no lo entiendo.

Sin tu latido. Autor: Luis Eduardo Aute

Hay algunos que dicen
que todos los caminos conducen a Roma
y es verdad porque el mío
me lleva cada noche al hueco que te nombra
y le hablo y le suelto
una sonrisa, una blasfemia y dos derrotas;
luego apago tus ojos
y duermo con tu nombre besando mi boca.

Ay, amor mío,
qué terriblemente absurdo
es estar vivo
sin el alma de tu cuerpo,
sin tu latido.

Que el final de esta historia,
enésima autobiografía de un fracaso,
no te sirva de ejemplo,
hay quien afirma que el amor es un milagro
que no hay mal que no cure
pero tampoco bien que le dure cien años;
eso casi lo salva,
lo malo son las noches que mojan mi mano.

Aunque todo ya es nada,
no sé por qué te escondes y huyes de mi encuentro.
Por saber de tu vida
no creo que vulnere ningún mandamiento;
tan terrible es el odio
que ni te atreves a mostrarme tu desprecio,
pero no me hagas caso,
lo que me pasa es que este mundo no lo entiendo.

La Poderosa Muerte

Los Jaivas


Qué era el hombre?
¿En qué parte de su conversación abierta
entre los almacenes y los silbidos,
en cual de sus movimientos metálicos
vivía lo indestructible,
lo imperecedero,
la vida?


Todos desfallecieron
esperando su muerte,
su corta muerte diaria,
y su quebranto aciago de cada día
era como una copa negra que bebían temblando


Entonces en la escala de la piedra he subido
Entre la atroz maraña de las selvas perdidas
hasta ti, Macchu-Picchu
alta cuidad de piedras escalares
Por fin morada del que lo terrestre
no escondió en las dormidas vestiduras.
En ti, como dos lineas paralelas
la cuna del relámpago y el hombre
se mecían en el viento de espinas.
Madre de piedra, espuma de los cóndores
alto arrecife de la aurora humana.


Cuando la mano color de arcilla
se convirtió en arcilla
y cuando los pequeños párpados
se cerraron
llenos de ásperos muros,
poblados de castillos
y cuando todo el hombre
se enredó en su agujero
quedó la exactitud enarbolada:
El alto sitio de la aurora humana:
La más alta vasija que contuvo el silencio
una vida de piedra después de tantas vidas.

ROMANCE DE LA LUNA

La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.

En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.

Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.

Niño déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.

Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño déjame, no pises,
mi blancor almidonado.

El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.

Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.

¡Cómo canta la zumaya,
ay como canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con el niño de la mano.

Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
el aire la está velando.


Federico García Lorca, 1928