Dirección y guión: Rainer Werner
Fassbinder, según su obra teatral Fotografía: Dietrich Lohmann (B/N, 35 mm, 1.33:1) Montaje:
Rainer Werner Fassbinder Música: Arreglos de Peer Raben sobre la Danza Germana de
Schubert, Op.33 No.7, D.783 Dirección artística: Rainer Werner Fassbinder
Sonido: Gottfried Hüngsberg Producción: Antiteater-X-Film Coste: 80000 marcos
Duración del rodaje: 9 días (agosto 1969) Duración: 88 minutos Fecha de
estreno: 8-10-1969, en el Festival de Mannheim Cita de Yaak Karsunke con que da
comienzo el film: "Es mejor cometer nuevos errores que convertir los
antiguos en habituales"
Intérpretes: Hanna Schygulla
(Marie), Lilith Ungerer (Helga), Elga Sorbas (Rosy), Doris Mattes (Gunda),
Rainer Werner Fassbinder (Jorgos), Rudolf Waldemar Brem (Paul), Hans
Hirschmüller (Erich), Harry Baer (Franz), Peter Moland (Peter), Hannes Gromball
(Klaus), Irm Hermann (Elisabeth)...
Premios y nominaciones: Premio de
la Academia Alemana
de Artes Escénicas. Bundesfilmpreis (Premios del Film Alemán): Premio a la Mejor Película;
Premio al Mejor Guión; Premio al conjunto de actrices del Antiteatro compartido
con su trabajo en El amor es más frío que la muerte y Dioses de la peste;
Premio a la Mejor
Fotografía compartido con El amor es más frío que la muerte y
Dioses de la peste; Premio en metálico de 250000 marcos a Rainer Werner
Fassbinder; Nominación en el año 1989
a un premio especial conmemorativo del Cuarenta
Aniversario de la
República Federal Alemana.
Festival de Mannheim: Premio Interfilm
La fría, aburrida y monótona vida
de un grupo de jóvenes residentes en un suburbio de Munich, con sus pequeños
altercados, amoríos y frustraciones cotidianas, se ve amenazada cuando un
trabajador inmigrante, el griego Jorgos, alquila una habitación y se gana el
afecto de una de las chicas del grupo, lo que provoca en los demás la aparición
de sentimientos de odio y rechazo hacia el intruso.
Katzelmacher es el término con
que despectivamente se refieren en Alemania a los inmigrantes que proceden de
países mediterráneos, equiparando su potencia sexual para la procreación con la
capacidad de un gato para engendrar crías (literalmente, puede traducirse como
"fabricante de gatitos").
"En esta película, todo
parece permanecer en un estado de latencia total. No pasa nada, hasta que el
deseo de que pase algo encuentra una salida y una víctima", afirma Hans
Günther Pflaum. Efectivamente, los diferentes personajes de esta obra no llevan
a cabo ninguna actividad importante: pasan el tiempo sentados en una
barandilla, jugando a las cartas en un bar o en la cama con alguien. Solos, en
pareja, en grupo, se dedican a mantener conversaciones banales y a intercambiar
rumores, se agreden física y verbalmente, se aburren, beben: "Todo
transcurre de forma normal, como se supone que debiera ser. Nada marca la
diferencia en el aislamiento de ese refugio suburbano de clase media-baja. Solo
cuando Jorgos, un griego de Grecia, penetra en ese mundo y con su no entender
desencadena la xenofobia, la envidia respecto a su conducta sexual, la agresión
contra el extranjero, el síndrome fascista en definitiva, todos despiertan, se
liberan de su estado de latencia y le dan una paliza" (Fassbinder).
Esta agresión contra Jorgos no
tiene nada que ver con sus características personales: más bien constituye la
expresión de las inseguridades, envidias, frustraciones, mediocridades, deseos
insatisfechos y anomalías presentes en el sombrío ambiente muniqués antes de su
llegada, convirtiéndose el griego en el catalizador, en el chivo expiatorio, en
un monstruo contra el que todos, a falta de otras motivaciones, metas y
objetivos, dirigen su hostilidad paranoica ("Katzelmacher opone un hombre
a una comunidad como si fuera una nación: es un virus que hay que destruir, el
semental, el extranjero, el alienígena que contamina en su origen la pureza
original. Aquí, el ángulo de mira del tema de la inmigración magnifica el medio
y empequeñece la silueta del intruso", Yann Lardeau). Por otra parte, en
su segunda película, Fassbinder expone ya de forma implacable cómo las relaciones
de propiedad existentes en la sociedad burguesa se extienden a la sexualidad:
el inmigrante no solo puede usurpar un puesto de trabajo sino también
arrebatarles una chica. Y es que solo la joven Marie es capaz de tener una
consideración distinta de él porque siempre mira a los ojos y le dice cosas que
otros nunca le dirigen.
El estilo de Katzelmacher
significó un punto y aparte tanto en el Nuevo Cine Alemán como respecto a la
obra fílmica de su autor: "Nunca la dirección de Fassbinder fue más
radical. Pocas veces la visible rigidez de sus películas reflejó de forma tan
conscientemente el agarrotamiento emocional de los personajes como en esta
ocasión" (H. G. Pflaum). Y lo logró gracias a una cámara que se mantiene
inmóvil frente a los caracteres. A lo largo del metraje, como si de un
estribillo visual se tratase (reforzado, además, por la pieza para piano de
Schubert que suena), las tomas estáticas solo se interrumpen cuando, en varias
ocasiones, algunos de los personajes pasean en pareja por una misma y solitaria
calle, avanzando frente a la cámara mientras ésta retrocede mediante un largo y
lento travelling que, además, no provoca sensación de movimiento alguno:
"Es una película hecha completamente a base de tomas fijas. Como sabe todo
el mundo, las primeras obras de Fassbinder contaban con un escasísimo
presupuesto y pedíamos prestado o alquilábamos todo lo que necesitábamos. Los
estudios Baviera nos dejó en aquella ocasión una cámara Arriflex cuya
voluminosa cabeza giratoria era muy difícil de mover, y un travelling Fischer,
monstruoso trasto grande y pesado que casi tampoco podíamos mover. En
Katzelmacher, Rainer y yo hicimos de la necesidad virtud simplemente no
moviendo la cámara porque costaba mucho. Nos limitamos, por tanto, a hacer una
serie de tomas fijas y eso se convirtió en un principio estilístico"
(Dietrich Lohmann, director de fotografía).
Pero el personal estilo del film
también reside en la forma minimalista con que se expresan los personajes
(palabras de una sílaba, frases simples que responden a primitivos clichés
pequeñoburgueses, sentencias) y el peculiar modo tan frío como extrañamente
afectado en que declaman: los breves diálogos que tienen lugar en las tomas
estáticas que se suceden como si de viñetas se tratasen y que derivan frecuentemente
en conversaciones de cariz agresivo e intolerante, transmiten la sensación de
ser pequeños poemas en prosa. Braad Thomsen se refiere a ello como poesía
dolorosamente silenciada, amplificada por aquellos momentos en que no existe
diálogo y los jóvenes se dedican a observar, a acicalarse o sencillamente a
poner de manifiesto su incomunicación.
Volviendo a la trama de la
película (considerada con razón no ya una de las mejores de su autor sino de la
historia de la cinematografía alemana), tras la paliza que propinan a Jorgos,
el entorno que le rodea acaba autoconvenciéndose por puro, único y simple
interés económico, de que le conviene la presencia de este y otros inmigrantes
para explotarlos económicamente y porque conviene al Estado: "La intriga con
sabor a fábula del argumento de Katzelmacher demuestra la interdependencia que
existe entre el fascismo cotidiano y el mezquino capitalismo burgués",
consideró acertadamente el crítico Volker Canaris. Tal y como afirma Christian
Braad Thomsen, "si uno pudiera definir esquemáticamente en términos
políticos los modelos sociales a los que aspiran los personajes, solo habría
dos opciones: una sociedad cuyos comportamientos de grupo tienden al fascismo,
o una sociedad sin el concepto de propiedad, donde el amor es puro y bello, que
es la que desea Marie ("En Grecia todo es diferente"). Sin moralejas,
Fassbinder determina estos dos modelos entre los que uno puede escoger, y en
sus films futuros intentará repetidamente mostrar la necesidad y posibilidad de
esta segunda vía anarquista".
Fuente: http://www.rafamorata.com/katzelmacher.html