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martes, 3 de diciembre de 2013

Carlos Juan Finlay

Carlos Juan Finlay y Barrés. Carlos Juan Finlay y Barrés (Camagüey, Capitanía General de Cuba, España, 3 de diciembre de 1833 – La Habana, Cuba, 19 de agosto de 1915) fue un médico y eminente científico cubano. Descubrió y describió la importancia del vector biológico a través de la teoría metaxénica de la transmisión de enfermedades por agentes biológicos, aplicándola a la fiebre amarilla transmitida por el mosquito Aedes aegypti. Índice 1 Primeros años 2 Estudios profesionales 3 La fiebre amarilla 4 Los años de reconocimiento internacional 5 El istmo y el Canal de Panamá 6 Día del Médico 7 Premio de Microbiología Carlos J. Finlay Primeros años Sus años infantiles los vivió tanto en La Habana como en el cafetal de su padre en la zona de Alquízar. A la edad de once años, en 1844, lo enviaron a estudiar a Le Havre, en Francia, y regresó a Cuba dos años más tarde, debido a una enfermedad. Retornó a Francia en 1848 para completar su educación. Después de un período en Londres ingresó en el Liceo de Ruan, donde permaneció hasta 1851, cuando regresó a Cuba, convaleciente de un ataque de fiebre tifoidea. Estudios profesionales No le fue posible ingresar a la Universidad de La Habana, y pasó entonces a Filadelfia para cursar la carrera de medicina en el Jefferson Medical College, donde se doctoró el 10 de marzo de 1855. En 1857 revalidó su título en la Universidad de La Habana. Recién graduado, se trasladó en 1856 con su padre a Lima, donde probó fortuna por un corto tiempo. En 1860–1861 estuvo en París. En 1864 quiso establecerse en Matanzas, sin éxito. El 16 de octubre de 1865 se casó en La Habana con Adela Shine, natural de la isla de Trinidad. La fiebre amarilla El doctor Finlay fue el más profundo, talentoso e intenso investigador de la fiebre amarilla, y por sus análisis y estudios llegó a la conclusión de que la transmisión de la enfermedad se realizaba por un agente intermediario. Existe una anécdota que dice que, estando una noche rezando el rosario, le llamó la atención un mosquito zumbando a su alrededor. Entonces fue cuando decidió investigar a los mosquitos. Con los medios aportados por la comisión mixta hispano-estadounidense, fue capaz de identificar al mosquito Culex o Aedes aegypti como el agente transmisor de la enfermedad. Sus estudios lo llevaron a entender que era la hembra fecundada de esta especie la que transmitía la fiebre amarilla. En 1881 fue a Washington, D.C. como representante del gobierno colonial ante la Conferencia Sanitaria Internacional, donde presentó por primera vez su teoría de la transmisión de la fiebre amarilla por un agente intermediario, el mosquito. Su hipótesis fue recibida con frialdad y casi total escepticismo. Solo fue divulgada por una modesta revista médica de Nueva Orleans a través del doctor Rudolph Matas, recién graduado en medicina, quien había participado en la comisión mixta hispano-norteamericana en calidad de intérprete, por ser hijo de españoles. De regreso a Cuba, en junio de 1881, realizó experimentos con voluntarios y no solo comprobó su hipótesis, sino que descubrió también que el individuo picado una vez por un mosquito infectado, quedaba inmunizado contra futuros ataques de la enfermedad. De ahí nació el suero contra la fiebre amarilla. En agosto de ese mismo año presentó ante la Academia de Ciencias Médicas de La Habana su trabajo de investigación. Los años de reconocimiento internacional No obstante ello, por más de 20 años los postulados del Dr. Finlay fueron ignorados. Solamente después de terminada la Guerra Hispano-Estadounidense, cuando el general Leonard Wood, gobernador de Cuba, pidió que se probara la teoría de Finlay, se volvieron a revisar sus trabajos de investigación, así como los exitosos experimentos que había realizado durante todos estos años. Mientras tanto, el doctor William Crawford Gorgas, médico militar que había tratado, sin conseguirlo, de erradicar la fiebre amarilla en Santiago de Cuba, fue nombrado Jefe Superior de Sanidad en La Habana en diciembre de 1898. A iniciativa de Finlay creó una Comisión Cubana de la Fiebre Amarilla que, siguiendo las indicaciones del médico cubano, combatió al mosquito y aisló a los enfermos. En sólo siete meses había desaparecido la terrible enfermedad de Cuba. El istmo y el Canal de Panamá El doctor Gorgas fue finalmente enviado a sanear el Istmo de Panamá a fin de poder completar la construcción del canal; allí aplicó los mismos principios indicados por el doctor Finlay, lo cual permitió terminar esta gran obra de ingeniería. Una placa en el propio Canal de Panamá reconoce la contribución del doctor Carlos J. Finlay en el éxito de esta magna obra. El 15 de agosto de 1914 pasó el primer barco del Océano Atlántico al Océano Pacífico a través del canal. Día del Médico En memoria del doctor Finlay, el 3 de diciembre fue instituido como Día del Médico en varios países de América. Premio de Microbiología Carlos J. Finlay También en su honor, el gobierno de Cuba creó, y la UNESCO entrega cada dos años, el Premio de Microbiología Carlos J. Finlay a investigadores cuya labor en temas relacionados con la microbiología (inmunología, biología molecular, genética y otras) hayan contribuido de manera destacada a la salud. Su objetivo es promover la investigación y los avances en la microbiología. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Juan_Finlay

domingo, 17 de noviembre de 2013

Cumpleaños en Manhatan

Todos caminan yo también camino es lunes y venimos con la saliva amarga mejor dicho son ellos los que vienen a la sombra de no sé cuántos pisos millones de mandíbulas que mastican su goma sin embargo son gente de este mundo con todo un corazón bajo el chaleco hace treinta y nueve años yo no estaba tan solo y tan rodeado ni podía mirar a las queridas de los innumerables ex-sargentos de ex-sargentísimo Batista que hoy sacan a mear sus perros de abolengo en las esquinas de la democracia hace treinta y nueve años allá abajo más debajo de lo que hoy se conoce como Fidel Castro o como Brasilia abrí los ojos y cantaba un gallo tiene que haber cantado necesito un gallo que le cante al Empire State Building con toda su pasión y la esperanza de parecer iguales o de serlo todos caminan yo también camino a veces me detengo ellos no no podrían respiro y me siento respirar eso es bueno tengo sed y me cuesta diez centavos de dólar otro jugo de fruta con gusto a Guatemala este cumpleaños no es mi verdadero porque este alrededor no es mi verdadero los cumpliré más tarde en febrero o en marzo con los ojos que siempre me miraron las palabras que siempre me dijeron con un cielo de ayer sobre mis hombros y el corazón deshilachado y terco los cumpliré más tarde o no los cumplo pero éste no es mi verdadero todos caminan yo también camino y cada dos zancadas poderosas doy un modesto paso melancólico entonces los becarios colombianos y los taximetristas andaluces y los napolitanos que venden pizza y cantan y el mexicano que aprendió a mascar chicles y el brasileño de insolente fotómetro y la chilena con su amante gringo y los puertorriqueños que pasean su belicosos miedo colectivo miran y reconocen mi renguera y ellos también se aflojan un momento y dan un solo paso melancólico como los autos de la misma marca que se hacen una seña con las luces nunca estuvo tan lejos ese cielo nunca estuvo tan lejos y tan chico un triángulo isósceles nublado que ni siquiera es una nube entera tengo unas ganas cursis dolorosas de ver algo de mar de sentir como llueve en Andes y Colonia de oír a mi mujer diciendo cualquier cosa de escuchar las bocinas y de putear con eco de conseguir un tango un pedazo de tango tocado por cualquiera que no sea Kostelanetz pero también es bueno sentir alguna vez un poco de ternura hacia este chorro enorme poderoso indefenso de humanidad dócilmente apurada con la cruz del confort sobre su frente un poco de imprevista ternura sin raíces digamos por ejemplo hacia una madre equis que ayer en el zoológico de Central Park le decía a su niño con preciosa nostalgia look Johnny this is a cow porque claro no hay vacas entre los rascacielos y otro poco de fe que es mi único folklore para agitar como un pañuelo blanco cuando pasen o simplemente canten las tres clases de seres más vivos de este Norte quiero decir los negros las negras los negritos todos caminan pero yo me he sentado un yanqui de doce años me lustra los zapatos él no sabe que hoy es mi cumpleaños ni siquiera que no es mi verdadero por mi costado pasan todos ellos aaso yo podría ser un dios provisorio que contemplara inerme su rebaño o podría ser un héroe más provisorio aún y disfrutar mis trece minutos estatuarios pero todo está claro y es más dulce más útil sobre todo más dulce reconocer que el tiempo está pasando que está pasando el tiempo y hace ruido y sentirse de una vez para siempre olvidado y tranquilo como un cero a la izquierda. Mario Benedetti Nueva York, 14 de setiembre de 1959 Fuente: http://www.literatura.us/benedetti/hoy.html